El Ministerio de Agricultura y Riego a través del Servicio Nacional de Sanidad Agraria – SENASA enfocará sus acciones sanitarias en los Valles del Alto Jequetepeque y Cuenca del Crisnejas (Celendín, San Marcos y Cajabamba), con el objetivo de masificar las técnicas para erradicar a las moscas de la fruta.
El valle del Alto Jequetepeque es considerado uno de los territorios con mayor producción frutícola de la región Cajamarca y comprende a las provincias de Contumazá, San Miguel, San Pablo y parte del mismo Cajamarca, que suman 2,220 hectáreas de cultivos hospedantes de moscas de la fruta.
Objetivo del proyecto es mejorar la calidad de vida de los pequeños y medianos productores hortofrutícolas y abrir mercados para la exportación de los productos, y de esta manera contribuir con el desarrollo del agro regional.
Según el Censo Agropecuario del año 2012, estas zonas son las principales productoras de palto con 1,376 hectáreas, chirimoya 740 ha, mango 505 ha, aguaymanto, lúcuma y arándanos, estos últimos recientemente introducidos para su cultivo. Estos productos, salvo la variedad de palto Hass, son hospedantes de las moscas de fruta y por tal motivo la labor de zonificación se intensificó por estos sectores.
Para un trabajo coordinado y organizado, se llegó a sectorizar la región en zonas de producción, comprendidas por el Valle del Alto Jequetepeque, Valle de Crisnejas, Zaña Chaman, Chota y Cutervo.
Las etapas de erradicación a ejecutar comprenden la prospección y monitoreo de la plaga, la supresión que consistirá en las prácticas intensivas de control integrado principalmente el recojo y entierro de frutos hospedantes de la plaga, aplicación de cebos tóxicos, entre otros, para dar paso a la erradicación y post erradicación, finalmente mantener alcanzar el estatus de área libre.
La mosca de la fruta es una de las plagas frutícolas más destructivas a nivel mundial por su habilidad para tolerar climas templados y su amplio rango de hospederos; se le considera como una de las plagas de mayor importancia económica, considerando las cuantiosas pérdidas económicas que ocasiona a la actividad frutícola.