El arroz es un alimento indispensable en la mesa de los peruanos. Es el segundo cereal más cultivado en todo el mundo tras el maíz, constituyéndose como el cultivo de mayor importancia y más consumido por los humanos.
El cultivo del arroz es complejo y, hasta hace pocos años, muy pesado. Además de la preparación del terreno, que requiere la construcción de diques para contener el agua, es preciso efectuar labores como la siembra, la regulación del nivel del agua y la lucha contra algas, hierbas dañinas y plagas.
Frente a los reportes emitidos por productores del Valle de Santa, el Servicio Nacional de Sanidad Agraria -Senasa, a través del área de Sanidad Vegetal, inspeccionó más de 3 mil hectáreas de arroz cultivadas en diferentes sectores debido a la posible aparición del Añublo bacteriano.
Los servidores del campo del Senasa extrajeron muestras de los cultivos de arroz afectados, para que sean analizados en el Laboratorio Oficial y así descartar la presencia de esta enfermedad o iniciar las actividades de control, con el objetivo de evitar pérdidas económicas a los pequeños productores de estos cultivos en la región Áncash.
La Burkholderia glumae es un importante patógeno en el cultivo del arroz, siendo el principal agente causal de la enfermedad denominada añublo bacterial de la panícula, enfermedad que produce graves mermas en la producción de este cereal. Fue reportada por primera vez en Japón como la causa de la pudrición de granos y la quemazón de las plántulas y, desde entonces, se le ha observado en Asia y América Latina: China, Taiwán, Corea, India, Filipinas, Tailandia, Estados Unidos, Cuba, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Colombia y Bolivia.
El añublo bacterial es transmitido a través de semillas y plántulas infectadas y por medio de partes de las plantas como las flores, las hojas y residuos de cosecha. La bacteria se puede dispersar por el viento, agua de riego y maquinaria agrícola.
Desde el punto de vista epidemiológico, prácticas como el uso de semilla libre del patógeno, tratamiento de semilla o del suelo, eliminación de residuos de cosecha y rotación de cultivos, pueden reducir o eliminar el inóculo inicial del patógeno.
Además, la selección de la fecha de siembra, la protección de las plantas en la etapa crítica de la enfermedad, el manejo adecuado de la fertilización nitrogenada y el uso de cultivares con resistencia parcial, reducen la tasa de desarrollo de la enfermedad.
