Gestión: El desarrollo campesino es clave para acabar con el hambre en Latinoamérica

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Este tema fue elegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO porque se estima que tres cuartas partes de las personas en pobreza extrema basan sus medios de subsistencia en el cultivo de la tierra.

La generación de empleos dignos en las zonas rurales mediante el impulso a la economía campesina y la agricultura sostenible es clave para combatir el hambre que padecen 42,5 millones de latinoamericanos.

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Fuente: Gestión

Así lo aseguraron a EFE el mexicano Rafael Zavala, representante de la FAO en Colombia, y el especialista colombiano en agronegocios Guillermo Carvajal, en vísperas del Día Mundial de la Alimentación, este 16 de octubre, en el que se alertará sobre la necesidad de invertir en el desarrollo rural. “En Latinoamérica, la pobreza y el hambre tienen rostro y paisaje.

El rostro es el del indígena y el afro, y el paisaje es el rural”, sostuvo Zavala. Este tema fue elegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) porque se estima que tres cuartas partes de las personas en pobreza extrema basan sus medios de subsistencia en el cultivo de la tierra. “Hay que romper esa dicotomía aberrante en Latinoamérica, que es la pobreza y la desnutrición en medio de la riqueza de recursos naturales, y esa ecuación en la que campesino es igual a pobre y marginado”, agregó Zavala, especialista en agricultura sostenible y en políticas para el desarrollo rural.

Por eso la ONU, junto a los Gobiernos y la empresa privada de la región están dirigiendo sus esfuerzos a dignificar la economía campesina, aseguró el también exfuncionario del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

Las acciones, que se derivan de las metas de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible, buscan prioritariamente frenar el éxodo del campo, especialmente de los jóvenes, que se ha acentuado por las pérdidas agrícolas a raíz de las sequías e inundaciones vinculadas con el cambio climático.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), mientras en 1950 la población en las áreas rurales de Latinoamérica era casi el 60 % del total, para 2016 solo llegaba al 20 %. Para arraigar a la gente en el campo, Zavala instó a generar un “círculo virtuoso” entre los productores y consumidores, en el que estos últimos sean “conscientes de que a la vez que se alimentan bien, mantienen empleos dignos en las zonas rurales”.

Esto implica políticas que permitan a los pequeños productores participar para satisfacer la demanda urbana, garantizando los derechos de la tenencia de la tierra, la equidad en los contratos estatales de suministro de alimentos y el acceso al crédito.

Zavala resaltó que hay iniciativas “alentadoras” en Brasil, que cuenta con un registro de la agricultura familiar y ha promovido la inclusión rural, con créditos agrarios y un sistema de adquisición de alimentos producidos por pequeñas familias. “Paraguay, Bolivia y Ecuador también han tenido experiencias muy satisfactorias con la agricultura familiar, así como Colombia, en el Eje Cafetero”, añadió al resaltar a México, “donde se está haciendo un esfuerzo muy importante para juntar la política social y la económica”.

De acuerdo con el informe que presentó la FAO la semana pasada, aunque los niveles de hambre siguen siendo bajos en América Latina respecto a otras regiones del mundo, hay señales de que la situación se está deteriorando, especialmente en América del Sur, donde el hambre creció de 5 % en 2015 a 5,6 % en 2016.

“La agricultura es la respuesta a esa situación en Suramérica”, manifestó Zavala, al subrayar que la región “tiene todo el potencial de ser la canasta de pan para el mundo porque tiene productores muy fuertes como Argentina y Brasil, en el caso de los granos básicos, y Chile, con productos de valor agregado como el vino”.

El especialista colombiano en agronegocios Guillermo Carvajal, quien trabajó en proyectos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), considera que el reto es producir de manera sostenible alimentos para la creciente población de la región, actualmente de unos 625 millones de personas.

Por eso es estratégico promover iniciativas como el plan global “Más alimentos, menos desperdicio”, que busca mediante la asistencia técnica a los cultivadores aumentar en 20 % la producción sin utilizar más agua, tierra o insumos, explicó a Efe Carvajal, actualmente directivo en la Región Andina del gigante suizo del mercado agrario Syngenta.